Originario del Estado de México, este licor presume su preparación con frutas como pera, durazno, capulín, manzana, naranja, uva o nanche maceradas en alcohol.
Su curioso nombre lo obtiene debido a los mosquitos aparecen justo en el punto culminante de la fermentación. Fue inventado por Adolfo P. Almazán en 1927.
Este clásico y tradicional líquido se obtiene de la mezcla de ron, yemas de huevo, vainilla, canela, almendra, leche y azúcar.
Aunque no es propiamente poblano, el rompope se adoptó en los conventos virreinales mexicanos y se convirtió en el sustento de sus habitantes. Se dice que las monjas clarisas preparaban esta bebida que llamaban poperompe.
Originaria de Guanajuato, esta bebida destaca por las propiedades atribuidas a los pétalos de su materia prima: la jamaica.
Entre sus beneficios destacan el alivio de la arterioesclerosis, la buena digestión y, además, se cree tiene cualidades afrodisiacas.
Los pobladores de Guanajuato son los creadores de este original licor de tuna verde, elaborado sólo con los frutos más jugosos y dulces.
Su nombre proviene de la leyenda azteca que relata que Cópil, hijo de Coyolxauhqui, se enfrenta al Dios Huitzilopochtli para vengar la muerte de su madre. El Dios, victorioso, arranca el corazón de Cópil y lo lanza al lago de Texcoco para dar origen al nopal, que da origen a la tuna.
Elaborado con la flor del mismo nombre, originario de Yucatán, también incorpora miel de abejas, ron y anís.
Su nombre surge a partir de una la leyenda maya en la que se cuenta la historia de una mujer llamada Xtabay, quien era apodada Xkeban (prostituta) porque se creía que ofrecía su cuerpo. Al morir, despidió un aroma y en su tumba nacieron flores con un perfume al que llamaron así.
Editor: Estefani Nava Información: Ángel Rivas